sábado, 27 de febrero de 2010

Dexter

Esta noche es la noche
y ocurrirá una y otra vez.
Debe ocurrir.
Bonita noche.
Miami es genial.
Adoro la comida cubana.
La carne de cerdo, mi favorita.
Pero estoy hambriento de algo diferente.”

Dexter. Temporada 1. Capitulo 1

Dexter Morgan, mi asesino en serie favorito, ha vuelto. La cuarta temporada. Que ganitas tenía. Sobre todo porque Roberto, de mi curro, me ha hablado maravillas. Es el mejor final de todas las temporadas, me dijo el otro día. Vamos, que la cosa promete.

Es comprensible que Dexter, desde el principio, le suponga a uno (a mi me pasa) un sentimiento contradictorio. Una cosa es que a uno le gusten los personajes con un trasfondo rebelde, duro, osco, grosero,… pero de ahí a que le cojas cariño a un asesino en serie, que asume ese roll de una forma natural, que se confiesa orgulloso de su inusual hobby, que disfruta de manera orgásmica con un homicidio premeditado y posterior descuartizamiento,… va un mundo. Es complicado de explicar, pero es así.

Creo que Oscar Wilde dijo “la mejor manera de escapar de la tentación, es caer en ella”. La tentación de Dexter es la sangre, y entiende que lo que hace esta mal, pero para él es algo inevitable, incontrolable. Le puede el ansia viva. Todos, en alguna ocasión, nos hemos dejado llevar por nuestros bajos instintos. Pero claro, saltarnos la dieta comiéndonos un helado triple, o meter en la maleta la toalla del hotel en el que has estado de vacaciones, o poner los pies en el asiento de enfrente cuando vas en el metro, no merece una serie de televisión.


"mi vocación se reveló, me fascinó la sangre
maté a un sirviente con un alambre.
De noche soy otra mujer

voy armada de cabeza a los pies
soy la funcionaria asesina
ya no me aburro jamás
siempre encuentro gente con quién jugar
soy la funcionaria asesina
buscada por la policía
y he degollado a más de cien
yo con mi sierra sé qué hacer"
La funcionaria asesina. Alaska y Dinarama

Teniendo presente que sus acciones son horribles, macabras y propias de un psicópata, Dexter consigue hacerme pensar que lo que hace es casi una labor social. El no quería, oiga, pero es que la sociedad es la culpable. En la sociedad actual, llena de reglas, obligaciones y deberes es fácil eludir responsabilidades gracias a argucias legales, a triquiñuelas de los mejores abogados pagados a golpe de talonario. Dexter y el código Harry son la cura para esa enfermedad, el cemento que tapa la grieta, la goma que borra la falta, la tecla [supr].

Dexter, desde su primera temporada, tiene claro que para sobrevivir debe llevar una careta (¿de que me suena?) y quizás por esto me atrae su historia. El oscuro pasajero me parece un concepto muy interesante, sin llevarlo a sus extremos. Por supuesto. Se quiere parecer a lo que todos, sin excepciones, llevamos en nuestro fuero mas interno, oculto a la sociedad como si fuera algo malo. Que tonteria. O quizás no, por que si mis jefes, y clientes en general, supieran que detrás de esa carita de niño bueno, jersey de cuello de pico, pantalones de pinzas y zapatitos sport hay un friky desarmado y peligroso, no se que pensarían. Y no que sea malo que lo sepan. Solo un poco inconveniente.

Ayer empecé a ver la nueva temporada. La cuarta. Y ya estoy enganchado sin remedio. Nuevos personajes. Nuevos asesinos. Nuevas tramas. La misma voz en off de siempre. El mayo cambio es que ahora tiene a un vástago, Harrison (¿de que me suena esto también?). .

“Esta noche es la noche.
La noche en la que una necesidad sagrada y primaria me llama.
He esperado y esperado,
Pero esta noche llego la hora.”

Dexter. Temporada 4. Capitulo 1

domingo, 21 de febrero de 2010

Cuatro corazones

En esta entrada voy a ser breve, por que a buen entendedor pocas palabras bastan.

"Otra vez te contare
los golpes que te van diciendo
que llevas parte mia dentro
que juntos sumaremos uno otra vez
te abrazare
pensando que me estas sintiendo
yo lo se...

Tengo tres corazones
tres corazones
uno el mio
otro el tuyo
un tercero sin guiones
tres corazones
y otro que nos da tirones
"
Tres corazones. Antonio Orozco

Lo dicho, lo bueno si breve dos veces bueno. Cruzamos los dedos, confiados en que todo va a ir bien. Seguro que si.


sábado, 13 de febrero de 2010

El club de los imposibles

Historia con moraleja.

LA HISTORIA. Soy un adicto a las series. Que os voy a contar que no sepáis. Cuando estoy viendo una, cualquiera de ellas, hay un momento que me encanta. Y sucede en casi todas las que me gustan de verdad. A lo que voy.

El final de una temporada tiene que ser por obligación el momento culminante. Todo se resuelve relativamente (estilo Dexter), o todo queda abierto para la siguiente temporada (estilo perdidos, Battlestar galáctica,…). Pero no es ese momento al que me refiero. Siempre me pasa que cuando estoy llegando al final, ya lo tengo por norma, prefiero verme los dos últimos capítulos seguidos. Soy incapaz de hacerlo de otro modo. Al ver el penúltimo capitulo, no tengo sangre para dejarlo así, por lo que siempre sigo hasta el final. Siempre me trago el último. Siempre aguanto los 40-50 minutos que me quedan, y lo asumo con naturalidad. Es algo ineludible. Una norma no escrita.

Y me cuesta. Tengo que encontrar un periodo de tiempo lo suficientemente amplio (entre una hora y media y dos horas), en el que sepa que no voy a recibir llamadas inoportunas, ni nadie va a querer ver el Clan, ni tenga que irme a algún sitio, o no me vaya a dormir a pesar de las ganas de verlo. Es decir, Despierto, cagado y meado, sin nada que hacer y nadie que te venga a dar el puto coñazo.

El último día tengo que verme, el penúltimo y el último del tirón. Y esto pasa por una razón. Una buena serie, que se precie de ello, tiene que tener un penúltimo capitulo brillante, demoledor, impredecible, angustioso. En el ultimo capitulo de la temporada todo se acaba. Y aunque sabes que continuara, para bien o para mal, la siguiente temporada te traerá nuevos personajes, nuevas tramas, nuevos paisajes,… Será distinta. La gente quiere ver cosas nuevas. El último capitulo de una buena serie, por lo menos yo, siempre acabo con sensación de libro terminado, de hasta otra compañeros, de puerta que se cierra.

Pero el penúltimo capitulo, no. El final del penúltimo capitulo tiene que dejarte el ansia viva, el agobio de no querer parar, la insobornable sensación de que, si no continuas en ese momento, te vas a perder algo. Me encanta cuando a última hora, todo lo que te han contado durante toda una temporada, cobra un nuevo sentido. Da respuesta a infinidad de preguntas, pero deja a los protagonistas en un sin vivir que solo el final de la temporada solucionara. El penúltimo capitulo tiene que tener el regusto del misterio comprendido pero no resuelto. La incertidumbre de asomarse al abismo para casi ver lo que te espera. El desasosiego en el alma y la piel de gallina.

LA MORALEJA. Ayer viernes salí del trabajo, con la sensación de haber vivido el penúltimo capitulo de una temporada mas (y las que me quedan) de la serie de mi vida. Fue una pasada. Emoción, intriga, dolor de barriga.

Como le dijo Gandalf el Blanco a Pippin, antes de la batalla de Minas Tirith “Bien, de nada vale especular sobre lo que traerá el mañana. Pero eso sí, ten la certeza de que por muchos días el mañana será peor que el hoy. Y yo nada más puedo hacer para impedirlo. El tablero está dispuesto, y ya las piezas están en movimiento.”

El tablero estaba más que dispuesto. Desde primeros de Diciembre llevaba puesto encima de la mesa. Blancas a un lado y yo al otro, con negras. Mis peones avanzaron creando espacios. Miguel me dijo un día, primero caballos y después alfiles. Y así lo hice. Me lo tome con calma. No tenía prisa. Me tome mi tiempo para calcular todo. Sabía que no debía ser yo quien lanzase la primera andanada. Prepare la defensa de mis posiciones, y me previne dando los pasos correctos, a mi parecer, para poder enrocarme sin problemas, ante la primera señal de peligro inminente. Han pasado dos meses de preparación, y el momento ha llegado.

Así es. Blancas mueven y atacan. El primer movimiento ofensivo se ha producido, y por esperado no me resulto menos fascinante. El golpe fue seco, pero enérgico. Estaba preparado. Respondí al instante con entereza. Y aunque sabia de que iba el percal, reconozco que me pudo el afán, y pude haber perdido pie y perspectiva. No lo olvides, tío, el corazón caliente, pero el cerebro frío. Joder, casi la cago. Menos mal que mi ángel de la guarda me llamo al móvil.
–¿Donde coño estas?-
-Reunido. Luego te cuento.-
-Vale.-
-Lo siento. ¿Seguimos?-
-No, no. Te tomo la palabra y el lunes seguimos con un par de cañas.-
-De acuerdo.-

Tengo un fin de semana para preparar el siguiente movimiento. Creo que tengo todos los cabos atados y bien atados. Pero en partidas igual de ganadas que esta, Juanmi y Miguel me han dado al final un repaso sin contemplaciones. Deseadme suerte.

“Una herida mortal
Por cada momento de gloria del que podamos disfrutar.”
El club de los imposibles. Bumbury

miércoles, 3 de febrero de 2010

Al merme, de a poco

Hablemos de política. Que pereza me da. Que repelus.
Instalados en una democracia practicamente bipartidista en lo nacional, nacionalista en lo autonómico y egoísta en lo local, el panorama es desolador. La utilizaciòn masiva de los medios, de la cultura, de las esperanzas de la gente,... cosas que siempre pensé apartadas de toda influencia, neutrales, independientes, libres en definitiva, da vergüenza ajena.

[me autocensuro. Lo siento. No mas politica en este blog]

Pero bueno. Hay una solución para todo. Empezemos con el problema de la vivienda. Hay que ir al merme. De a poco.